Aquí encontraran algunos los artículos, investigaciones y ensayos académicos que realicé en los últimos años. Los mismos varían considerablemente en sus temáticas, debido a mi constante curiosidad e inquietud a la hora de interesarme por los fenómenos del mundo. Desde la filosofía a la sociología, desde la historia hasta el pedagogía, o desde artículos de opinión hasta investigaciones periodísticas de actualidad, todos estos trabajos tienen sin embargo un eje común, y este es mi contante voluntad de poner mi cabeza y mi empeño en no conformarme con el mundo que aparece todas las mañanas, el que venden los medios de comunicación, ese mundo que se presenta a si mismo como unidimensional e inmutable.

viernes, 8 de agosto de 2014

Porque me preocupa el Siglo XXI (1º Parte)




Un presentimiento del apocalipsis o una nueva guerra mundial



A veces pienso en cosas.

Uno a veces se encuentra en situaciones de espera, en el consultorio del dentista, haciendo cola en el banco, viajando en el colectivo que tarda casi dos horas en pasar por el bajo hasta la autopista que me lleva a casa, o en la cama (tal vez la más frecuente, las más preocupante por lo ineludible de la situación, porque cuando no se puede dormir no hay otra cosa que hacer más que esperar), tratando de cerrar los ojos y pisar el terreno de los sueños que será más caótico e incontrolable, pero por lo menos podemos decidir tratar de no recordarlo y todo queda en el olvido, o esa tierra de sueños y pesadillas escondida en algún rincón de nuestra mente.

En estas situaciones, uno piensa. En cosas. Cosas de la vida, en la familia, en el trabajo, en los proyectos y los viajes, en los problemas y las preocupaciones.

Yo últimamente pienso en las posibles repercusiones que podría traer tener un hijo. Luego de un breve análisis de riesgos, decido que bajo ninguna circunstancia tendría hijos, porque sería sin lugar a dudas traerlos a una tierra marchita e incendiada. Es que se viene el fin del mundo, y sería muy cínico de mi parte traer a un chico solo para que me haga un poco feliz mientras espero que llegue la bomba que nos vuele de este mundo.

Aquí van los riesgos que he sopesado. Tal vez pueda convencerte de que tú tampoco tengas hijos, y bueno, si quieres esperemos juntos el apocalipsis, abajo al pie de la nota esta mi correo, me contactas y tomamos un café mientras vemos el cielo arder.

La comunicación masiva y globalizada se está adueñando de los hábitos sociales, comerciales y estratégicos. Y los dueños del mundo son conscientes de ello. La democratización de los derechos humanos desde 1789 hace que todo el mundo tenga derecho a todo. Esto parece un gran beneficio pero en realidad no lo es tanto. ¿Por qué? Pues porque quienes están a cargo de decidir qué es lo que es un derecho y que no están muy al tanto de lo que hacen y eligen que conceden, que aclaran, y que queda en zonas grises e indefinidas muuuy grandes.

Aparte de eso, hay gente que pide que todo sea de todos, exasperada, como si le estuvieran quitando el aire de los pulmones (bien al estilo yanky,  que se desesperan por cualquier cosa y empiezan a recitar la 5ta enmienda a los gritos y señalando con el dedo) sin medir las consecuencias de democratizar cualquier cosa, sin sopesar los peligros que significa largar un producto al mercado a nivel global, sin hacer un estudio, una precaución.

Esto ayuda a que se unifiquen las visiones, representaciones sociales y corrientes de pensamiento hegemónico a niveles cada vez más masivos. Impulsa a que las teorías se masifiquen, que las ideas se hagan globales, compartidas cada vez por más gente , y así se polarizan, las ideologías mainstream se van comiendo a las chiquitas y de repente solo hay blanco y negro, bueno o malo, como en la guerra fría.

Un pequeño ejemplo que me quedo de la época Post-mundialista:

Una pequeña canción (“Brasil decime que se siente…”) se vuelve el himno de un país, en contra de otro. Pero solo por 30 días. 
Luego desaparece. Queda en una memoria emocional, pero no más que eso.

Sin embargo, mientras el conflicto permanece, las ideas se unifican. Recuerdo que casi me sentía odiar a todos los brasileros y alemanes que existieran. Casi quería tatuarme a Mascherano en el pecho. Casi quería agarrar un arma y presentarme voluntariamente en el ejército para ayudar a la selección a ganar la copa.

Y una vez que termina, las preguntas. ¿Tanto lio por una competencia deportiva? ¿Tanta euforia por una copa, por una camiseta? Tanta ficción masificada y repetida en las redes sociales nos lavó el cerebro en tiempo record.

Cada vez más las tendencias mundiales parecen englobarse en dos bandos opuestos. Enemigos a muerte. Los matices desaparecen. También los grises. Todo es blanco y negro. Todo es guerra. No se discute nada, no hay concesiones, no hay negociación.

¿Y cuando gane un bando? ¿Qué pasará después?

¿Inventaran más guerras solo con el motivo de entretenernos, como decía Orwel en “1984”?

Miro al horizonte y veo a toda la política internacional y a los mercados financieros y economías nacionales cayendo en un espiral que los va a reunir a todos bajo la misma bandera.

Llegará un régimen de dominio mundial. Tal como decía el apocalipsis.

 (Rovere, Cristian. 2014, Buenos Aires, Argentina. ©)

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