-Seccion "Porque nos pasa
lo que nos pasa"
El virus de la visibilidad social
La Hiper-Interaccion y la significación social
En la sociedad actual pasan cosas raras. Y pasan rápido, como una estrella
fugaz, tan rápido que casi dudamos si realmente paso o fue un reflejo producto
de nuestra mente confundida.
Las cosas se arman y desarman casi independientes de los hechos concretos, independientes
de la realidad, porque el imaginario social las construye a través de
entramados de conexiones digitales masivas e instantáneas que transmiten en
tiempo record sensaciones, mensajes, videos y noticias (muchas veces
tergiversados o malinterpretados).
Las teorías sociológicas del sentido común hablan de que la construcción de
las representaciones sociales que rondan en las sociedades se alimentan de la circulación
que tienen esas ideas de persona en persona, de la puesta en discusión de un
elemento que pasa del boca en boca a instalarse en el imaginario conceptual de
una sociedad.
El sentido social de un elemento se construye en la interacción. En la
puesta en juego de un concepto, el mismo toma la significación que los actores
sociales le dan al usarlo, y de esa manera se asienta, se redefine y continúa
su recorrido. Entonces, mientras más circula una idea o noción, más se vuelve
real.
Pero en la sociedad actual la velocidad de circulación convierte este
circuito en un caos ideológico y significante: las cosas se viralizan de un
segundo al otro, y pasa a ser tema nacional porque Messi no saludo al nene en
la fila camino al partido, o unas niñas raptadas en Nigeria, aunque solo
importe por unas horas y después caiga en el olvido.
Se arma un revuelo que dura lo que un estornudo, y luego aparece un nuevo
video divertido o una nueva noticia escandalosa, y así se van acumulando en un
canasto llamado “memoria a corto plazo” que rebalsa en poco tiempo y la vamos
vaciando con regularidad.
Es que realmente no nos importa. Como no le importa tampoco a Emma Watson,
Michelle Obama o Anthony Keiths, que aparecieron con unos carteles
“hashtageando” la frase bring our gils
back (traigan de regreso a nuestras chicas).
Primero que nada, saquémosle la careta a esta modalidad social: no nos
importa realmente, ni el niño que quedo con el corazón destrozado cuando Messi no
lo saludo, ni las madres de las niñas secuestradas, ni el verdadero motivo de
porque las secuestraron. No sabemos ni siquiera donde queda Nigeria, ni qué
tipo de gobierno tiene, ni su situación socioeconómica.
Hay mucha gente moralista que difunde temas para proyectar la idea de lo
que creen que son para que el resto de la gente los considere comprometidos o
involucrados con la realidad social. Pero no más que eso, una pretensión. Al
que realmente le importa se va a Nigeria con un arma y las rescata. O hace una
movida genuina, comprometida, dispuesta a todo.
Hay muy pocas personas que son así. Pero las hay. Para el resto, los que
estamos acá sin saber qué hacer, al menos no nos mintamos a nosotros mismos. No
tenemos la voluntad, no tenemos la decisión. Tenemos una consideración, una preocupación,
pero no es más que eso.
Segundo, publicarlo en twitter no va a servir de nada para que liberen a
las niñas en Nigeria, sino justamente todo lo contrario, les va a dar más
atención para que sigan raptando gente como medio de extorsión para conseguir
lo que quieren. Ya sé que Twitter ha servido mucho en distintas organizaciones
sociales, marchas y revoluciones, como la primavera árabe o el movimiento de
los indignados en España, pero a veces no es otra cosa que negocios que se
aprovechan de la buena voluntad de la gente.
La mitad de las cosas que se viralizan son mentira, están editadas, o
tergiversadas. Son engaños del momento que la pagina que viraliza utiliza para
llenar su página de visitas y cobrar por ello. Si, las paginas cobran por cada
visita que les hacen. Por eso nos engañan con noticias agrandadas o falsas (se
ve mucho, por ejemplo, un titular que dice “¡Mira lo que le paso a esta chica
con el escote en pleno programa!” y después entras y no había pasado nada, solo
se estaba acomodando el pelo).
En fin, asi estamos.
Viralizados.
(Rovere, Cristian. 2014, Buenos Aires, Argentina. ©)
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